la opinión musical de Litoscar

Monday, November 26, 2007

10 años de Time out of mind


Time out of mind es una frase en inglés que traducida al español arroja un resultado anfibológico. Por un lado significa tiempo demente, enloquecido, fuera de control. Por otra parte se refiere al tiempo que sucede fuera de nuestra mente. Es decir, a todos los acontecimientos alejados de nuestra concepción. Hechos que nosotros teníamos planeados de cierta forma y ocurren de una manera distinta. Entre los que destacan la traición, el engaño y por supuesto el desamor. Es bajo estos dos preceptos que se desarrolla el disco Time out of mind de Bob Dylan, cumbre de la discografía dylaniana, a la altura de clásicos como Blood on the traces (1974). Publicado en 1997, esta placa ganadora de varios Grammy’s le mereció a Dylan un regreso triunfal al mundo de la música, además de que se convirtió de manera instantánea en álbum fundamental de la historia del rock.

El impacto de esta obra no es tan fortuito como parece. Si retrocedemos algunos años podemos advertir que Dylan se encontraba en envidiable forma desde Oh, mercy (1989). Un trabajo que en muchos sentidos anticipa el estado anímico que figurara de manera desgarradora en Time out of mind, propiciado principalmente por la mano del productor Daniel Lanois, productor de ambos discos. De hecho el tan renombrado resurgimiento de Dylan y los correspondientes Grammy’s debieron sucederse con Oh, mercy. Pero el mundo discográfico no es justo. Como tampoco lo fue con el siguiente material. Under the red sky (1990) producido por Don Was y Jack Frost, evidencia a un Dylan en sus jugos, con una notable cantidad de canciones entrañables contenidas bajo el brazo. Sin embargo, estadísticamente estas dos muestras del genio dylanesco fueron recibidas como dos obras medianonas. Decía estadísticamente porque para el autentico fan, quien sigue la carrera de Dylan con atención sabe que Dylan cierra con todo la década de los ochenta y de la misma manera comienza su paso por los noventa.

Con la salida de la más reciente producción de Dylan, Modern Times (2007), surgió una teoría un poco arbitraria. Tal teoría supone que tanto Time out of mind, más el siguiente Love and theft (2001) y Modern times conforman una trilogía. Además esta supuesta teoría estaba apoyada en la trilogía formada por Highway 61 revisited (1965), Blonde on blonde (1965) y Bringing it all back home (1965). Estoy en desacuerdo. Si existe una trilogía, lo digo no sin el conocimiento de posiblemente cometer perjurio, es la constituida por Oh, mercy, Under the red sky y Time out of mind. ¿En qué me baso para afirmar esto? En el sonido. Si bien el sonido que Dylan consolida en Love and theft tiene sus antecedentes en Time out of mind, es una toma de distancia respecto al estado anímico empleado en su antecesor. Demostrable en los motivos de las canciones, en la rotación de músicos que lo acompañan y en el cambio de productor, ahora es Jack Frost el encargado.

Time out of mind se encuentra entre Under the red sky y Love and theft, es decir entre un periodo que abarca de 1990 al 2001. Durante once años, Dylan no publicó canciones inéditas excepto las de Time out of mind y la ganadora del Oscar Things have changad, creada para el soundtrack de la película Wonder Boys, del novelista norteamericano. En el inter se editaron los tres primeros volúmenes de The bootleg series en 1991, en 1993 se lanzó al mercado The 30th anniversary concert celebration, un tributo en vivo a la lírica dylaniana, que contó con las participaciones de Lou Reed, Johnny Cash, Ron Word, Neil Young, Erci Clapton, The Band, George Harrison, entre otros. Para 1995 Dylan grabó un Unplugged para MTV. La novedad de este disco fue “John Brown”, un extenso relato inédito que en cierta forma anticipa a “Highlands” de Time out of mind.

Mientras todo eso acontecía en la superficie, por debajo del agua Dylan trabajaba en lo que serían las canciones de Time out of mind, y en su autobiografía, titulada Crónicas, dividida en tres tomos, publicado el primero en el 2004. Si insisto demasiado en el tiempo que Dylan tardó tiempo en superar ese profundo hoyo negro que es Time out of mind, es porque la desolación, el fatalismo, el desamor, la soledad y el vacío retratados de esa manera no son emociones fáciles de manejar, incluso para una figura como Bob Dylan. No es para menos. Si alguien preguntara qué disco de rock definiría la estética fin de siécle que se puso en boga en los noventa, qué disco retrataría con mayor fidelidad el sentimiento de esterilidad sufrido durante la época, yo respondería sin dudas Time out of mind. Fue tal el impacto de este material en el mismo Dylan, que todavía se dilató cuatro años más en publicar rolas inéditas, era preciso que terminaran los noventa para volver a la escena.

Time out of mind abre con Love sick, que como su nombre lo indica trata sobre el amor enfermizo que siente un hombre por una mujer. El contenido de las letras, de todas las del disco, más allá de caer en el lugar común de afirmar que son poesía, son mordaces injurias de resentimiento. Para admirarlas en su complejidad tendría que reproducirlas todas, pero por razones de espacio es imposible, se pueden consultar en www.bobdylan.com

La tercera en el orden es Standing in the doorway, habla sobre un hombre al que la mujer abandonó en el umbral de la puerta bajo la luz de la luna. Million Miles reincide en la temática por la ausencia del objeto amado, sólo que más rítmica. Tryin’ to get to heaven es una metáfora de el acceso al amor, aquí Dylan dice que está tratando de entrar al cielo antes de que cierren las puertas.

’Til I feel in love with you es un sobroso blusesito que vuelve sobre el tema del amor, y he aquí lo valioso, a pesar de que casi todas las rolas tratan sobre el tema, en ninguno. Not dark yet es desde ya una leyenda. Tal vez una de las mejores canciones que ha producido el rock en los últimos 25 años. Habla acerca de que aún no es tiempo de doblegarse.

Cold iron bound es un country heavy, con una atmósfera de western maléfico que incluso aparecería en el 2003 en una versión aún más heavy en el soundtrack de la película Masked and Anonymous, protagonizada por el mismo Dylan.

Make you fell my love es la pieza que conserva más la estructura de la balada, otra vez toca el tópico que es el leit motiv del disco, en esta ocasión es una queja sobre la incapacidad de una persona para hacerle sentir su amor a otra. Can´t wait es la que refleja de manera más veraz los conflictos y las relaciones de pareja, con toda la malicia y la lucha de poder que implica entablar un lazo amoroso, la mejor pieza del disco para quien esto escribe.

El disco cierra con Highlands que al igual que Dirt road blues, el segundo corte, que no comenté a propósito, pues son estas dos las rolas que de alguna forma se separan del tono general del disco. Dirt road blues por ser un countryfolky y Highlands por su extensión. Épica, con una narración epopéyica.

Este año Bob Dylan obtuvo el premio Principe de Asturias. Líneas antes mencioné que el mundo discografico no era justo. El mundo académico tampoco lo es, de serlo Dylan hubiera recibido el premio diez años antes por Time out of mind.

1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Jack Frost es un seudónimo del propio Dylan.

9:23 AM

 

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