la opinión musical de Litoscar

Tuesday, September 25, 2007

Si los poetas fueran luchadores



Luis Jorge Boone sería Tinieblas. Es un papas fritas, en poco tiempo ha conseguido anotar más goles de los que anotó Hugo Sánchez en su primera temporada en España. Condenado a ocupar la gloria nacional, entre Julio César Chávez y Beto “El Boticario”, Boone permanece en su esquina como el “Gigante sabio”. Y sí, hay que decirlo, es un poeta técnico. No un poeta de los tecnicismos, me refiero a que es un científico. Un oponente de los rudos. No se malinterprete esto, Boone no es un autocomplaciente del cuadrilátero. Recordemos al técnico más rudo de todos los tiempos, El Santo. Al igual que el difunto Rodolfo Guzmán Huerta, Luis Jorge, desde la esquina “del bien” se lanza en tope suicida sobre el poema. Lo golpea con el puño cerrado a la cara y, uno de los movimientos favoritos del enmascarado de plata, le clava el rodillazo en el pecho. La llave más reciente que ha aplicado, la de “a caballo”, le ayudó para ganar el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2007. La presea más prestigiada que ofrece México a un joven poeta.

Nada más y nada menos que como Tinieblas, decía al principio de esta caída, porque a pesar o gracias a su gran cartel, digno de cualquier coso del Toreo de Cuatro Caminos, se mantiene impasible e imperturbable ante sus cinturones de campeonato. No ha perdido el piso y como El Santo aún taquea de frijoles, come helados Bip’s y paga con pesos. No podría ser de otra forma, pues es un poeta de extracción popular. No importa que su poesía profundice en las tres cuerdas de la era pop, siempre se pone al alcance del público de cualquier arena de lucha libre.
A propósito de su premio sostuvimos una charla con él en los vestidores.

P. Desde tu primer libro, Legión, publicado en el 2003, demostraste ser un autor con aspiraciones profundas. Hoy, parte de esas aspiraciones se han cristalizado con el premio Elías Nandino. ¿Cuál ha sido el tránsito que ha tenido que realizar tu poesía para llegar al punto en que se encuentra en la actualidad?

R. Legión es mi primer libro publicado, pero Galería de armas rotas es el primero que escribí. Ambos son libros de formación, donde era necesario probarme como autor y probar mis herramientas, ante mí mismo sobre todo, conocerme y reconocerme en lo que escribía. Luego vinieron otros dos poemarios, muy distintos entre sí: Material de ciegos y otro más que aún permanece inédito. Para llegar al punto donde está mi escritura actualmente tuve que entusiasmarme con cada texto que escribía, verlo con distancia, inconformarme, y luego seguir buscando maneras de decir lo que intentaba. Esto te lleva a depurar y a encontrar variaciones de tus mismos temas. En verdad siento que Traducción a lengua extraña es un punto de llegada (aunque no sea fácil aclarar con exactitud a dónde llega), me entusiasma pensar que con este libro he alcanzado algo a lo que pretendía llegar desde hace tiempo.

P. Tú carrera literaria ha sido meteórica. En cuatro años has ganado numerosos premios y becas. ¿Te sitúas como parte de un neo-boom de la poesía joven?

R. No. La generación de los setentas, a la que pertenezco, constantemente está poniendo sobre la mesa propuestas interesantes, libros que valen la pena leerse. Pero no creo que especialmente haya habido un repunte en los últimos años al que pueda llamarse un “boom”.

P. ¿Qué tópicos toca Traducción a lengua extraña?

R. La muerte, el lenguaje, el paisaje de Coahuila, ciertos momentos de crisis a los que el hombre se enfrenta, como la enfermedad, la creación, los cambios de una etapa a otra en la vida.


P. Acerca del premio, parece ser que desde que lo ganara Hernán Bravo Varela la calidad de los libros premiados ha disminuido y tiende a ser repetitiva. Hay algunas excepciones como La musa enferma. ¿Consideras que la poesía joven se ha institucionalizado?


R. Coincido contigo en que La musa enferma es un libro destacable en la lista de los ganadores del Elías Nandino. Gran parte de los libros que actualmente se publican surgen de becas, talleres y son premiados en concursos. En un plano ideal, esto no debería afectar para nada a su escritura, pero lo cierto es que sí lo hace. Las instituciones pueden tender a ponderar ciertas poéticas sobre otras, ciertas tradiciones sobre otras, pero lo importante es saber mantenerse en la búsqueda personal, aprender a identificar las dinámicas ajenas y no caer en ellas. Lo que alcanzo a ver es que, aún con la tentación de pertenecer y merecer el cobijo de las instituciones, hay muchos poetas que están apostando por lo suyo, y eso es lo único que vale la pena hacer.

P. ¿Existe un impacto real entre los lectores y tus contemporáneos en la forma en que se percibe la poesía galardonada? Es decir ¿cambia la apreciación de un libro de poesía al presentarse como ganador del premio más importante de poesía joven del país? ¿Es más importante el premio que la poesía misma?


R. Yo pienso que sí hay un cambio en el modo de leer. Un premio nos invita a juzgar más detenidamente una obra, aunque también, dado el aval del que goza, puede permitirnos entrar con más confianza a su lectura, puesto que ya alguien vio virtudes en el libro. En todo caso, no creo que la figura del premio deba estar nunca por sobre la propia poesía. Sería poner el coche delante del caballo.


P. Eres el tercer coahuilense que gana el Elias Nandino. (Los otros dos fueron Ángel Miquel y Marco Antonio Jiménez). Sin duda, tus logros son importantes porque abren espacios para los autores jóvenes del estado de Coahuila.

R. No sé qué tantos espacios abra el hecho de recibir un premio, pero desde que llegué al DF me ha interesado reflexionar acerca de la producción literaria del norte, y específicamente de Coahuila. Así, he escrito textos críticos sobre libros de Julián Herbert y Claudia Luna, entre otros norteños. Ese sí es un espacio que me parece habría que ganarse: ser más visibles, estar expuestos a la lectura y a la crítica.


P. Por tus conquistas, obtenidas en cuatro años, te posicionas a la cabeza de los autores jóvenes coahuilenses. Como referente indispensable de las letras ¿observas un rasgo distintivo, la unificación de un discurso en la literatura que practican los coahuilenses?


R. No. Y eso es lo que más me entusiasma. La diversidad de temas y formas que hay entre la poesía de Marco Antonio Jiménez y la de Carlos Reyes, entre la narrativa de Jesús de León y la de Jaime Muñoz Vargas. Hay un poco de todo en nuestra literatura, esa es la virtud.


P. Además de poeta, ensayas y eres narrador. Comenta algo sobre tus proyectos narrativos.


R. Mi primer libro de cuentos, La noche caníbal, va a salir publicado dentro de poco por el Fondo de Cultura Económica. Ahora estoy trabajando para terminar la que sería mi primera novela. Y después planeo enrolarme en la escritura de una serie de cuentos que llevo cocinando desde el 2005 que terminé La noche…, y que son una indagación sobre temas fantásticos que me interesa visitar.


P. Desde hace más de dos años vives en el D. F. ¿Cómo ha afectado el cambio de residencia a tu poesía?


R. Ahora tengo una distancia con mi paisaje, con mi historia y con mi gente, que nunca antes tuve, y que me invita a continuar con una perspectiva diferente. Alguien me dijo que uno vive en una ciudad, pero escribe desde otra. Yo sigo escribiendo desde Monclova. Aunque ahora pueda acceder a espacios, libros y charlas que nunca hubiera tenido viviendo permaneciendo allá. No sé si mejores o peores, pero otras, en todo caso, y la diversidad es lo que puede proveernos de miradas nuevas hacia nuestro trabajo.


P. Por último, una de cajón. ¿Para cuándo tu blog?


R. Está difícil. Yo todavía necesito escribir cada texto, al menos en una primera versión, en el papel. Prefiero el cuaderno y las libretas, y darle tiempo a las cosas para trabajarlas despacio, para que puedan sorprenderme. El blog me parece demasiado inmediato y rápido para mi forma de trabajar. Por otra parte, casi no leo blogs.


Luis Jorge Boone nació en Monclova, Coahuila, en 1977. Autor de los libros Legión (2003), Galería de armas rotas (2004) y Traducción a lengua extraña (2007). Textos suyos aparecen en antologías de España y México. Becario del FONCA, en Jóvenes Creadores 2004-2005; y de la Fundación para las Letras Mexicanas, generaciones 2005-2006 y 2006-2007. Ha recibido, entre otros reconocimientos, el Premio Nacional de Cuento Inés Arredondo 2005 y el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2007.

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