Patti Smith
Por David Fricke
Traducción de Carlos VelázquezTú y George W. Bush nacieron en 1946 y atestiguaron los mismos levantamientos y cambios en los sesentas. Cómo explicas las diferencias entre sus ideales y los tuyos?
Él es un producto de la riqueza y de una arena política. Su padre fue presidente. Yo tomé mis ideales de mis padres. Mi padre peleó en la segunda guerra mundial. Él fue elegido y sintió que debía cumplir con su obligación patriótica. Pero era un pacifista. Cuando lanzamos la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, se sintió devastado por ello. Mis padres eran idealistas. Ni siquiera puedo llamarlos liberales. Ellos eran personas que desconocían las diferencias de homosexualidad o raza. Abrían su casa a cualquiera. Me desarrollé en una casa sin prejuicios. Y crecí sin creer en un enemigo. Cuando Bush quería invadir Irak, me sensibilicé –era equivocado e inmoral, y sería desastroso para la gente americana. Eso proviene de la educación que recibí de mis padres.
Te sorprende que alguien de tu generación, alguien que vio las mismas cosas que tú, las haya observado tan diferentes?
Me sorprende más mi generación como un todo que fracasó en su intento por oponerse a la mayoría –en su oposición a invadir Irak, y en contra de cómo los medios se adormecieron con la administración Bush. Encuentro descorazonador no las dediciones que tomamos sino lo que les enseñamos a nuestros hijos. Las siguientes generaciones no serán de activismo político. No serán mayoría. Es más de lo que pueden hacer. Y tengo fe en que las futuras generaciones sean más conscientes, especialmente en lo que respecta al medio ambiente.
Por qué tu generación ha perdido gran parte de la energía y la visión que la definieron en los sesentas?
Es difícil decirlo. No formé parte de esa revolución. Soy una persona de los setentas. Abracé los sesentas musical e ideológicamente pero no como un sabiondo estilo de vida. No me gustaba la idea de una cultura de las drogas masiva.
Qué no te gustaba de ello?
Pienso que las drogas eran una cosa sagrada que los Indios Americanos usaron para purificarse y autorealizarse; los jazzistas las utilizaron para hablar con Dios. No como una herramienta recreativa. Luego la gente lo convirtió en un estilo de vida. Al final, terminaron cansados, consumidos. Obtuvieron mucha diversión pero querían formar una familia, hacer una vida, vivir en el confort. Lo consiguieron en las administraciones de Reagan y Clinton.
Alguna vez ingeriste LSD?
Lo intenté tres veces. La primera fue en 1974 con Robert Mapplethorpe [el aclamado artista y fotógrafo, autor de la fotografía en la portada del disco del debut de Smith en 1975, Horses, quien fue atacado por los conservadores en los ochentas debido a la carga sexual de sus imágenes. Murió de SIDA en 1989].
Casi diez años después de que la mayoría lo probara.
Nunca sentí que lo necesitara. Cuando finalmente lo hice, di un paseo por Nueva York. Fue en el tiempo de la huelga de los recolectores de basura, recordé que existía una gran corrupción en el mundo. Robert dijo, ‘Patti, se supone que debe hacerte sentir bien.’ En cambio, me sentía como John Brown. Sentí que todo a mi alrededor era suciedad y corrupción.
Participaste en protestas por los derechos civiles o en contra de la guerra en los sesentas?
No. Yo vivía en el sur de Nueva Jersey. Era rural. Yo no me enteraba de lo que sucedía en el mundo. Cuando asistía a la secundaria, la mayoría de mis compañeros eran negros. Mi mundo era reducido, desconocía que era el movimiento por los derechos civiles. En mi escuela, las chicas no tomaban clases de manejo. Los chicos aprendían a conducir y las chicas cocinaban. Yo era mala en la cocina, así que tomé clases de arte.
Un número importante de chicos que conocí en la escuela fueron asesinados [en Vietnam]. Mi hermano Todd tuvo que alistarse a la marina. Pero yo seguí mi camino. No pertenezco a la norma. Incluso, en 1968 literalmente comencé a trabajar en la campaña presidencial de Robert Kennedy –estaba excitada y orgullosa –cuando fue asesinado. Estuve cerca cuando se produjo el primero de los asesinatos a los Kennedy. Me asustó y me conmocionó.
La guerra de Vietnam me deprimió mucho en el sentido de hacia dónde me dirigía y en que dejé de hacer arte por un tiempo. Me sentía inútil como ser humano. Sentía que el arte carecía de sentido –una manera equivocada de pensar. Me prometí que nunca permitiría otra vez que las acciones del mundo me deprimieran tanto como para ser improductiva.
Crees que la gente esté paralizada y triste y temerosa por los ataques del 9/11 y la guerra contra el terrorismo, como tú lo estuviste por Vietnam?
Sólo puedo decir, en mi defensa, que era muy joven. Y aquí va más información. Yo llegué a casa y dije: ‘Papa, me puedes explicar la guerra de Vietnam?’ y el me dijo, ‘No, no puedo. Ni siquiera yo puedo entenderla.’
Mi decepción es cómo si todos nosotros vimos lo horrible que fue Vietnam, otra vez nos hemos –y los líderes que elegimos– permitido caer en lo mismo. Estaba observando el C-Span cuando los demócratas se incorporaron y votaron a favor de Bush [para autorizar la acción militar en Irak]. Yo estaba llorando, ‘No, no lo hagan’. Yo quería ir a la televisión, grabarme de rodillas frente a Hillary [Clinton] y decirle, ‘Hillary, no lo hagas. Sé que eres una buena persona’.
Fue ese voto una traición a tus –y los de ella– ideales generacionales?
Más que una traición. Fue un corte definitivo. Era moral y legalmente incorrecto siquiera considerarlo, y sin una razón aparente. Puedes decir que por miedo, a causa del 11 de septiembre. Pero yo vivo en la siguiente calle [de la Tierra Zero]. Nada me haría tomar esa decisión.
Dejaste el sur de Nueva Jersey en 1967 y te mudaste a Nueva York. Qué esperabas encontrar?
Un trabajo. Una de mis ideas era convertirme en guía del Museo de Arte Moderno. Descubrí cada una de las pinturas en él y las estudié. Mi otra idea era trabajar en una librería, porque amo los libros. Yo ganaba 65 dólares a la semana en Scribner’s, y Robert y yo pagábamos 85 dólares por un apartamento en Brooklyn, hacíamos todo bien.
Te sumergiste en la contracultura cuando llegaste?
Cuando llegué a Nueva York, de lo que se hablaba en Brooklyn era que los Dodgers se mudaban a California [en 1958]. En los vagones del metro se quejaban mucho del suceso, pienso que eso acababa de pasar.
No teníamos dinero. Robert consiguió un trabajo de acomodador en el Fillmore East por un tiempo, así que él vio algunas bandas. Regresaba a casa y me contaba sobre ellas. Pero nosotros nos manteníamos bajo un nivel precario. Nuestro dinero era para la renta, comida y un poquito de visitas a museos de arte.
Escribiste un par de piezas para Rolling Stone en 1971, incluida una reseña de una antología de la cantante germana Lotte Lenya. Qué tan importante fue la revista para ti?
Recuerdo la primera vez que compré Rolling Stone. Venía John Lennon en portada [el número uno]. Cuando vivía en Nueva Jersey las únicas revistas que podías adquirir eran de adolescente como Tiger Beat. Tenías que comprar toda la revista por una foto de Bob Dylan. Rolling Stone fue una revelación. Tuve una conexión real con ella en sus comienzos.
No me considero a mi misma como un crítico de rock activo. Pero a principios de los setentas, escribir sobre rock & roll era una forma de arte aburguesado. Yo misma le pregunté a Jann Wenner si podría reseñar el disco de Lotte Lenya. La amaba. La escuché por Bob Dylan –aparece un disco de Lotte Leyna en la portada de Bringing It all back home. Jann estaba escéptico, pero me dio la oportunidad. No sólo la publicó, sino que incluyó una bonita foto de ella. Después, ella me envió un mensaje –una nota manuscrita. Sentí una gran emoción.
Te gusta la música psicodélica? Qué tanto influyó en la música que hiciste después?
Amaba a Grace Slick [Jefferson Airplane]. Ella no era una cantante de R&B o jazz o blues. Su vocalización en White Rabbit era para mí el primer rock vocal hecho por una mujer, era el principio del género. Yo no pensaba en cantar en esos días, pero me envolvía, siento que esa experiencia primigenia con Grace Slick me dio una facultad especial. Y Johnny Winter es uno de los grandes intérpretes que he visto. Te confronta, con su humor demoníaco. Él salta directo al público y canta en tu cara. Causó un gran impacto en mí.
En la música común que te rodeaba a finales de los sesentas escuchaste algo sobre los temerarios movimientos sociales del rock?
Yo no creo que eso motivara a la gente a convertirse en rica y famosa. Eso vino después, y era algo así: ‘OK, lo aceptamos, nene.’ Pero esos artistas estaban enfocados en envolverte, en crear espacios. Ellos poseían las palabras y la música, y documentaban su tiempo. Jimi Hendrix tenía esperanzas y sueños y creo un nuevo lenguaje universal.
Mi esposo Fred [el último guitarrista de MC5, Fred ‘Sonic’ Smith] solía decirme que los MC5 creían que realmente podían cambiar el mundo. No sólo lo decían. Estaban intoxicados con el sentimiento de que podían detener la guerra de Vietnam, que podrían acabar con los prejuicios. Y su música lo reflejaba. Ellos estaban dispuestos a comenzar la jodida revolución.
Por qué no se convirtió en un principio a seguir a largo plazo?
El mundo es más materialista. La gente tiene tarjetas de crédito. Los niños tienen tarjetas de crédito. No tenemos opción. Tres mil padres, no 50, 000, han perdido a sus hijos en esta guerra. Por supuesto, habrá cientos de miles de padres que causen daños emocionales a sus hijos con este tipo de mimos. No sabemos las consecuencias que esta guerra causará en todos esos niños.
Quizá las cosas sean más fáciles ahora. Cuando yo escuchaba ‘White Rabbit’, yo tenía que ahorrar mi dinero, viajar en camión a Filadelfia, comprar un single, y volver en el camión con la esperanza de completar para pagar el recibo de luz. Simplemente no podías hablar por celular y cubrirlo con tarjeta de crédito. Todo era una elección: o me compraba el nuevo disco de Jimi Hendrix o el Surrealistic Pillow? No podías comprártelos todos.
No estoy diciendo, ‘Oh, en los buenos tiempos…’. No creo en eso. Pero las cosas son diferentes. Las cosas han cambiado bastante desde que el milenio en que nací dejara de respirar. No sé cómo este acontecimiento nos ha afectado. Veo a mis hijos con teléfono celular –creo que las microondas entrarán en sus cerebros. Me horroriza que vayan a contraer una horrible enfermedad.
Cómo tú has cambiado, en los últimos tiempos, desde 1967?
No siento muy diferente. Espero que sea una mejor persona, es todo –mejor en cuanto a que trato de ser más considerada con los sentimientos de los demás. Cuando eres joven, básicamente estás concentrado en ti mismo –incluso si eres la Madre Teresa.
Un cambio fue mudarme a Detroit, casarme y procrear –combatiendo en las mismas luchas, mis padres murieron. Fred y yo no poseíamos mucho dinero. Lo resolvíamos todo nosotros mismos. Si necesitábamos lavar pañales o a los pisos les hacía falta ser fregados, yo me encargaba. Si la casa estaba inundada y tenía que ser limpiada –cosas de labor manual– Fred lo hacía.
Aprendí de eso que ser artista no me concede un carácter privilegiado. Yo seguía siendo un artista. Continuaba siendo un ser humano con las mismas preocupaciones e inseguridades de los otros: Soy una buena madre? Estoy alimentando a mis hijos correctamente? Qué tanto debo dejar a mi hija llorar? Era tan difícil como me imaginaba, pensaba en mis padres, que nos criaron a cuatro en una pequeña casa en el sur de Jersey. Todo el día mi madre cumplía con lo que tenía que hacer en la casa. Luego, a las cuatro de la tarde se marchaba a trabajar de recamarera hasta las diez de la noche, regresaba a casa y seguía con distintas tareas. Ahora pienso es ese sacrificio y es simplemente admirable.
Hemos olvidado la importancia del sacrificio?
Es posible. Mis padres tuvieron que sacrificarse a causa de la Segunda Guerra Mundial. Luego vino Vietnam y la gente tuvo que sacrificar a sus hijos y a sus hijas. Los chicos tuvieron que sacrificar ciertas cosas para manifestarse contra el gobierno. Y en los sesentas, nadie tenía dinero. La gente dirá, ‘Oh, viviste en el Chelsea Hotel con toda esa gente famosa.’ Pero aún no eran famosos. William Burroughs no tenía dinero. Jim Carroll nunca tuvo dinero. Sam Shepard un poquito. Todos estaban mendigando –pero mendigando en una forma maravillosa.
Yo odié las tarjetas de crédito cuando aparecieron. Debí haber protestado en contra de las tarjetas de crédito. Mis amigos las adquirían por correo, compraban cosas. Yo les decía, ‘Qué están haciendo? No pueden pagar por eso’. Y me respondían, ‘Qué van a hacer? Arrestarme’. Eso transformó a nuestra sociedad de una manera insana.
Cuáles fueron los cambios permanentes con los que tu generación mejoró el mundo?
El movimiento femenino continúa fortaleciéndose. Continúa activo y expectante. La gente no va a interferir en los cambios que la mujer ha conseguido desde los sesentas. Deben ser una protesta universal.
El cuerpo cultural del trabajo de los sesentas está siempre con nosotros. Tenemos a Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jefferson Airplane, Jim Morrison –fue un tiempo especial, un periodo de divinidad. Me gusta tener héroes. Pero también me gusta lo que los chicos están haciendo ahora. No soy parte de ello. Pero observo lo que ocurre delante de mí, estoy asombrada.
Qué te asombra?
Han creado su propia música con sus computadoras y se han conectado con otros. Han tenido pequeñas apariciones malandras en pequeños lugares malandros y han conectado con otros. Mi hija Jersey estuvo un tiempo en una banda, y amaba su música –no porque fuera mi hija. Los chicos saben más sobre la estructura de la canción, cómo unirla sónicamente.
Pero el rock & roll es más que música. Es una conciencia. Se fusionaba con nuestras ideologías –el movimiento por los derechos humanos, Vietnam. La música de los sesentas era sinónimo de lo que ocurría en nuestro mundo. Y esa música seguiría siendo, de manera conciente o inconsciente, un patrón para el activismo. Si quieres saber cómo un músico reacciona con lo que le ocurre, yo siempre he dicho, ‘escucha Ohio’ [de Neil Young]. Algo ocurre cuando nos equivocamos, es terrible. Una canción es escrita inmediatamente y mostrada al público. Esa canción la hicimos todos concientes con lo que sucede y la dibujamos juntos.
Aún es posible. Quizá se hará de manera diferente. Quizás los chicos en MySpace tengan un himno que lanzarán a las calles. No sé que van a hacer, porque no soy uno de ellos. No soy su líder. Pero soy un vigía, tengo fe en ellos.
Sigue siendo un trabajo difícil en la actualidad tener esperanzas.
Yo sólo pronuncio mis oraciones y doy gracias a Dios por la gente que no sólo es conciente sino también activista.