Leonard Cohen: El nihilista consumado
Leonard Cohen
Libro del anhelo
Ed. Lumen, 2006
Trad. Alberto Manzano
Book of longing (Libro de la longevidad) traducido como Libro del anhelo, es el más reciente poemario de Leonard Cohen. Aunque hay textos fechados en 1970, estrictamente abarca 20 años de trabajo. Desde su ingreso en el monasterio de Monte Baldy, California, pasando por la grabación de sus dos últimos discos, los textos aquí conjurados poseen el mismo estado de ánimo de aquel Cohen que declaró: Aunque no hubiera existido el hongo atómico, yo habría odiado. Es la misma, exacta visión que nos ofrece ahora a sus 76 años, sólo que cargada por el aprendizaje obtenido de su etapa de reclusión budista y su proximidad a la muerte. A su edad continua haciéndose las mismas preguntas de la adolescencia: ¿Qué puedo hacer / con este amor mío / con este bulto peludo?, y más adelante: ¿A quién llevaré / al borde de la desesperación / con mi rodilla sobre su corazón? Resultaría ridículo decir que Cohen está escribiendo desde la cima de su experiencia, desde su primer libro, Comparemos mitologías, se encuentra escribiendo desde la cima de su experiencia.
La diferencia, lo que quizá haga de este el mejor libro de poemas de su autor, es que se trata de un Cohen inédito. Sí, es el Cohen poeta, el novelista arriesgado, el padrote, el compositor de canciones, el cantante, la estrella pop, sin embargo no se conforma ni con la idea de que renunciar a la vida en sociedad en busca de la iluminación sea la solución para los problemas existenciales de occidente, ni a garantizar que la vejez es un boleto comprado hacia un estado perfecto de paz, sabiduría, resignación, etc. Al contrario, se ofrece como carne de cañón para demostrarnos, una vez más, que la única certeza que tiene el hombre es su voz.
Las 240 páginas que conforman el volumen están llenas de momentos de inmejorable sarcasmo, de una inteligencia hiriente y de un cinismo último. Por lo que Cohen se localiza más cercano a Nietszche que a Buda. Todos los versos, todas las reflexiones, todas las condenas parecen partir de esa idea nietszcheana de que sólo quien posea la cualidad de ser un nihilista consumado será capaz de sobrevivir en el mundo moderno. Este conjunto de poemas no son chistes posmodernos, tampoco tratan sobre la muerte del posmodernismo, todo lo que enuncian son las declaraciones de un verdadero hijo de Heidegger. Para muestra este fragmento: Al cabo de un rato / no sabes / si lo que añoras / es una mujer / o lo que necesitas / es un cigarro. A pesar de lo anterior, tampoco se puede calificar de desenfadado, puesto que el desenfado carece de profundidad.
Partiendo del nihilismo consumado, en el cual, denunciaba la conciencia heideggeriana, del ser como tal “ya no queda nada”, el autor abre el primer poema con esta estrofa: No puedo llegar a las colinas / el sistema está agotado / vivo a base de píldoras. En algunas partes del libro aparece como Jikan Eliécer, nombre japonés con el que Cohen fue conocido durante su retiro espiritual, significa “el silencioso”. Eliécer fue el servidor de Abraham que, por encargo de su señor, viajó a Mesopotámia en busca de una esposa para su hijo Isaac. En Mejor, se burla de la cualidades: mejor que mi madre / es tu madre / que aún está viva / mientras que la mía / no está viva / pero, qué estoy diciendo / perdóname madre.
En el Monje enfermo de amor, uno de la larga serie que dedica a su lapso budista: Me afeité la cabeza / me puse un habito / duermo en el rincón de una cabaña / a dos mil metros de altura en una montaña / esto es deprimente / lo único que no necesito / es un peine. Madrugada en Monte Baldy ridiculiza el enorme esfuerzo por renunciar a la carne: en total / unos 9 kilos de ropa / que me pongo rápidamente / a las 2. 30 de la mañana / sobre mi enorme erección. Lo mismo sucede en Otros escritores, al referirse a una platica entre dos monjes sobre la simultanea expansión y contracción del cosmos: Yo insisto e insisto / en una joven y noble mujer / que se desabrochó los pantalones / en el asiento delantero de mi jeep / y me dejó tocar / la fuente de la vida / porque estaba muy lejos de ella. / tengo que decirles, amigos, / que prefiero mis asuntos a los suyos.
Y también tiene todavía algo que decirle a la juventud: si eres / joven / y resulta / que / no / eres / Arthur / Rimbaud / preferiríamos / no / saber / nada / de ti // y si por / casualidad / fueras / Arthur / Rimbaud / definitivamente / no querríamos / saber / nada / de ti. Y se encarniza contra su propia falta de juventud: aún miro / a las chicas/ pero ya no / hay chicas / ni una sola / únicamente / (esto te matará) / paz interior / y armonía.
En las liner notes de Blood on the tracks (1975) de Bob Dylan, Pete Hamill sentencia: Pobre Norteamérica, tierra donde los poetas mueren, excepto por Dylan. Y me atrevo a agregar también, excepto por Cohen. Porque aunque, frente a esa sequía en los poesía gringa, en la superficie Book of longing parezca un libro de poemas más, es, sin reclamo de lo mejor que se ha escrito en lengua inglesa en Estados Unidos en los 7 años que llevamos del nuevo milenio.
La mayoría de los textos aquí reunidos vienen acompañados de viñetas. Dibujos del mismo Cohen. Casi siempre se trata de autorretratos. Gran número de ellos se hallan explicados por pequeños poemas que son a su vez mordaces apreciaciones sobre su apariencia física. Por ejemplo: estos retratos están muy por debajo de mi desarrollo / real / por ejemplo: / he / abdicado / del trono / tanto del / temporal como / del espiritual / mientras que / en esta página / parece que / esté seriamente / preocupado / por una cosa / u otra- / es simplemente una / vieja costumbre del / rostro.
En esencia se trata del mismo Cohen, el de los discos Songs from a room, The future, la figura que protagoniza el documental I’m your man (2007) de quien Bob Dylan dijo: si no hubiera sido yo, me habría gustado ser Leonard Cohen, el autor de Flores para Hitler, un libro capital en la poesía de lengua inglesa, el mismo Cohen, sólo que ahora como él asegura: demasiado viejo / para aprenderme los nombres / de los nuevos asesinos. Qué duro debe ser Leonard Cohen, sobre todo, para quienes no lo somos.
La diferencia, lo que quizá haga de este el mejor libro de poemas de su autor, es que se trata de un Cohen inédito. Sí, es el Cohen poeta, el novelista arriesgado, el padrote, el compositor de canciones, el cantante, la estrella pop, sin embargo no se conforma ni con la idea de que renunciar a la vida en sociedad en busca de la iluminación sea la solución para los problemas existenciales de occidente, ni a garantizar que la vejez es un boleto comprado hacia un estado perfecto de paz, sabiduría, resignación, etc. Al contrario, se ofrece como carne de cañón para demostrarnos, una vez más, que la única certeza que tiene el hombre es su voz.
Las 240 páginas que conforman el volumen están llenas de momentos de inmejorable sarcasmo, de una inteligencia hiriente y de un cinismo último. Por lo que Cohen se localiza más cercano a Nietszche que a Buda. Todos los versos, todas las reflexiones, todas las condenas parecen partir de esa idea nietszcheana de que sólo quien posea la cualidad de ser un nihilista consumado será capaz de sobrevivir en el mundo moderno. Este conjunto de poemas no son chistes posmodernos, tampoco tratan sobre la muerte del posmodernismo, todo lo que enuncian son las declaraciones de un verdadero hijo de Heidegger. Para muestra este fragmento: Al cabo de un rato / no sabes / si lo que añoras / es una mujer / o lo que necesitas / es un cigarro. A pesar de lo anterior, tampoco se puede calificar de desenfadado, puesto que el desenfado carece de profundidad.
Partiendo del nihilismo consumado, en el cual, denunciaba la conciencia heideggeriana, del ser como tal “ya no queda nada”, el autor abre el primer poema con esta estrofa: No puedo llegar a las colinas / el sistema está agotado / vivo a base de píldoras. En algunas partes del libro aparece como Jikan Eliécer, nombre japonés con el que Cohen fue conocido durante su retiro espiritual, significa “el silencioso”. Eliécer fue el servidor de Abraham que, por encargo de su señor, viajó a Mesopotámia en busca de una esposa para su hijo Isaac. En Mejor, se burla de la cualidades: mejor que mi madre / es tu madre / que aún está viva / mientras que la mía / no está viva / pero, qué estoy diciendo / perdóname madre.
En el Monje enfermo de amor, uno de la larga serie que dedica a su lapso budista: Me afeité la cabeza / me puse un habito / duermo en el rincón de una cabaña / a dos mil metros de altura en una montaña / esto es deprimente / lo único que no necesito / es un peine. Madrugada en Monte Baldy ridiculiza el enorme esfuerzo por renunciar a la carne: en total / unos 9 kilos de ropa / que me pongo rápidamente / a las 2. 30 de la mañana / sobre mi enorme erección. Lo mismo sucede en Otros escritores, al referirse a una platica entre dos monjes sobre la simultanea expansión y contracción del cosmos: Yo insisto e insisto / en una joven y noble mujer / que se desabrochó los pantalones / en el asiento delantero de mi jeep / y me dejó tocar / la fuente de la vida / porque estaba muy lejos de ella. / tengo que decirles, amigos, / que prefiero mis asuntos a los suyos.
Y también tiene todavía algo que decirle a la juventud: si eres / joven / y resulta / que / no / eres / Arthur / Rimbaud / preferiríamos / no / saber / nada / de ti // y si por / casualidad / fueras / Arthur / Rimbaud / definitivamente / no querríamos / saber / nada / de ti. Y se encarniza contra su propia falta de juventud: aún miro / a las chicas/ pero ya no / hay chicas / ni una sola / únicamente / (esto te matará) / paz interior / y armonía.
En las liner notes de Blood on the tracks (1975) de Bob Dylan, Pete Hamill sentencia: Pobre Norteamérica, tierra donde los poetas mueren, excepto por Dylan. Y me atrevo a agregar también, excepto por Cohen. Porque aunque, frente a esa sequía en los poesía gringa, en la superficie Book of longing parezca un libro de poemas más, es, sin reclamo de lo mejor que se ha escrito en lengua inglesa en Estados Unidos en los 7 años que llevamos del nuevo milenio.
La mayoría de los textos aquí reunidos vienen acompañados de viñetas. Dibujos del mismo Cohen. Casi siempre se trata de autorretratos. Gran número de ellos se hallan explicados por pequeños poemas que son a su vez mordaces apreciaciones sobre su apariencia física. Por ejemplo: estos retratos están muy por debajo de mi desarrollo / real / por ejemplo: / he / abdicado / del trono / tanto del / temporal como / del espiritual / mientras que / en esta página / parece que / esté seriamente / preocupado / por una cosa / u otra- / es simplemente una / vieja costumbre del / rostro.
En esencia se trata del mismo Cohen, el de los discos Songs from a room, The future, la figura que protagoniza el documental I’m your man (2007) de quien Bob Dylan dijo: si no hubiera sido yo, me habría gustado ser Leonard Cohen, el autor de Flores para Hitler, un libro capital en la poesía de lengua inglesa, el mismo Cohen, sólo que ahora como él asegura: demasiado viejo / para aprenderme los nombres / de los nuevos asesinos. Qué duro debe ser Leonard Cohen, sobre todo, para quienes no lo somos.
3 Comments:
Una entrada muy interesante, y estoy deseando leerme el libro!
Un saludo
3:12 PM
Muy interesante, pero controla tu traduccion...
Un saludo
3:51 AM
Muy buen análisis, compadre. Me estoy leyendo el libro y ciertamente es de calidad. El de Leonard Cohen y el de Dylan son los dos puntos de mira más altos dentro de la filosofía barata.
12:49 PM
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